domingo, 23 de febrero de 2014

El primer feminismo en España

Esta semana quiero centrar mi entrada en los orígenes del feminismo español, entendido como un movimiento de mujeres que reclamaron mayor visibilidad política en un ambiente de cambio como era la España de 1808.
 En este entorno, como decimos, se agruparon mujeres en las llamadas Juntas de Damas (como la de Cádiz), o la Sociedad Patriótica de Damas. Estos movimientos, que buscaban el activismo político femenino, son un reflejo relativamente tardío del movimiento femenino que se había desarrollado en otros países europeos, como Inglaterra (Mary Wollstonecraft y su "Vindicación de los derechos de la mujer", 1790) y Francia (Olimpia de Gouges, "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana", 1791).
 La prensa y las tertulias literarias-políticas van a ser la principal plataforma que las mujeres van a encontrar para difundir su voz. Incluso van a aparecer periódicos destinados al público femenino, como los gaditanos "El Correo de las Damas" (1804-1807) y "El Amigo de las Damas" (1813). 
Más allá de las tertulias y la prensa femenina, las mujeres tuvieron muchos problemas para hacerse ver a nivel político en los albores del liberalismo en España. Lejos de la idea de "sufragio universal" y "soberanía nacional" que la historiografía tradicional ha defendido, en las Cortes de Cádiz no se reconoció la ciudadanía de las mujeres, los habitantes de las colonias ni las personas de raza negra. De este modo, no podían votar, y la idea de "sufragio universal" queda un poco desdibujada. Es más, en el caso de las mujeres, los Reglamentos que organizaban el funcionamiento de las Cortes de Cádiz prohibía el acceso a las mujeres (aunque ellas se las ingeniaron para poder entrar).
 Dentro de este incipiente feminismo español vamos a destacar dos figuras, Frasquita Larrea y Margarita López de Morla. No fueron las únicas mujeres de notoriedad pública, ya que en este momento de auge de la prensa escrita destacaron muchas periodistas (p. ej. María del Carmen Silva) o traductoras (María Magdalena Fernández de Córdoba y Ponce de León), por ejemplo. 
 Francisca Javiera Ruiz de Larrea y Aherán, más conocida por Frasquita Larrea, nació en Cádiz en 1775 y murió en el Puerto de Santa María en 1838. Nacida en el seno de una familia de comerciantes, la itinerancia del oficio la llevó a residir en Francia e Inglaterra. Aquí conoció el ambiente cultural feminista que empezaba a desarrollarse gracias a personalidades como Mary Wollstonecraft y su "Vindicación por la Igualdad de las Mujeres". Escritora de epístolas y obras políticas, Frasquita Larrea, a imitación de otras intelectuales europeas, promovió a comienzos del siglo XIX tertulias literarias y políticas, donde pudo se posicionó en apoyo de Fernando VII.





Margarita López de Morla y Virués, por el contrario, mostró una ideología más liberal que Frasquita Larrea,  y también fomentó las tertulias literarias donde se hablaba de política. En este caso, López de Morla estuvo influida por la corriente romántica inglesa de Lord Byron.

Retrato de Margarita López Morla


 La Primera Guerra Carlista y los progresivos cambios sociales provocaron que las tertulias políticas femeninas entraran en decadencia y perdieran la relevancia que tuvieron a principios de siglo. Aún así, este movimiento femenino puso una semilla que a lo largo de los siglos XIX y XX va a favorecer a la aparición de nuevas generaciones que reclamaban derechos para las mujeres.

Bibliografía

- Cantos Casenave, Marieta, "El discurso de Frasquita Larrea y la politización del Romanticismo", Cuadernos de Ilustración y Romanticismo, 10(2002), pp. 3-13
Cantos Casenave, Marieta y Sánchez Hita, Beatriz, “Escritoras y periodistas ante la Constitución de 1812 (1808-1823)”, Historia Constitucional, 10(2009), pp. 137-179. Recurso electrónico: http://www.historiaconstitucional.com
- Varela, Nuria, "Feminismo para principiantes", Barcelona, 2008

domingo, 16 de febrero de 2014

La mujer romana y las letras

Una visita esta mañana a la exposición que sobre la Villa de los Papiros puede verse en el centro cultural del Matadero de Madrid hasta mediados de abril me ha hecho reflexionar sobre el papel de la mujer romana en lo que a la cultura se refiere.
La Villa de los Papiros fue una villa situada en la antigua ciudad romana de Herculano. Esta residencia era propiedad de Lucio Calpurnio Pisón, alto dignatario romano. Esta villa tiene la singularidad de que su biblioteca es la única de toda la Antigüedad Clásica que se ha conservado hasta nuestros días. 
 Herculano, al igual que la vecina Pompeya, quedó sepultada por las cenizas tras la erupción del Vesubio el año 79 d. C. A mediados del siglo XVIII, gracias a la iniciativa del rey Carlos III de España, (que anteriormente había sido rey de Nápoles) se comenzaron a recuperar los restos de estas ciudades. En el caso de la Villa de los Papiros, un minucioso trabajo arqueológico permitió recuperar los papiros, que se encontraban carbonizados.
En cuanto al tema de la cultura que nos ocupa, la iconografía pompeyana nos ha dejado algunos ejemplos (p. ej. retrato de Terencio Neo y su esposa) en los que aparecen mujeres con objetos de escritura como las tablillas y los cálamos. Por lo tanto, no parece inusual que la mujer se dedicara a la escritura, o que al menos supiera leer y escribir. En este sentido, en los últimos años las investigaciones parece que poco a poco están sacando a la luz a mujeres que se dedicaron a la escritura (puede que en ocasiones hablar de literatura sea exagerado) o que, al menos, dejaron algún tipo de testimonio escrito. De este modo, a través de autores como Plinio el Joven podemos saber de mujeres que se dedicaron a la escritura o, al menos, que tenían acceso a ella.  Lamentablemente, en la mayoría de los casos se desconocen obras directas, ya que Plinio hace referencias en sus obras. 

Retrato de Terencio Neo y su esposa (Pompeya, s. I d. C.)

Probablemente, la mujer romana (la mujer libre, no esclava, se entiende) tuvo más libertad de la que podamos pensar en la actualidad. Entre otros detalles, las mujeres romanas tenían libertad para solicitar el divorcio, y podían disponer de sus bienes con cierta autonomía (aunque para algunos autores el control de los bienes se enmarca más en una estrategia de protección de los bienes familiares de dicha mujer). Esta libertad poco a poco fue mermando a partir del s. IV d. C., cuando el Cristianismo empieza a ejercer mayor influencia en la sociedad romana bajoimperial.
Una mayor autonomía femenina se tradujo, por ejemplo, en el caso de las mujeres patricias, en que recibieron una educación adecuada a su posición social. Aprendieron a leer y escribir tanto en latín, su lengua materna, como en griego, y tenían por lo tanto acceso a la literatura de la época. Probablemente aprender a leer y escribir formaría parte de lo que se consideraba que una romana de de buena familia debía conocer, aunque no estuviera proyectada hacia la carrera política o militar como los varones.
 En cuanto a los estilos literarios, los estudios apuntan a que la mujer se orientó hacia las elegías, las epístolas (por ejemplo las cartas que escribió Calpurnia a su esposo Plinio el Joven), discursos (Carfania), memorias (Agripina la Menor) y poemas (Memia Timotoe, Cornificia, Hostia, Perila). También hay referencias de mujeres que redactaron otro tipo de textos, como pudieron ser los testamentos (p. ej. Verania Gémina, esposa de Lucio Calpurnio Pisón, el citado dueño de la Villa de los Papiros).
 Como se ha podido comprobar, poco a poco van apareciendo referencias de mujeres romanas vinculadas con la escritura. Bien es cierto que en la mayoría de los casos sus obras se han perdido y sólo se conocen referencias indirectas; pero al menos se puede mostrar su nombre como ejemplo de que en la cultura romana no sólo los hombres se dedicaron a la escritura.

Si te ha gustado este texto, te agradezco que puedas difundirlo en las redes sociales


Fresco pompeyano que muestra a una mujer con tablilla y punzón, lista para escribir (s. I d. C.)

Exposición "La Villa de los Papiros"

http://casalector.fundaciongsr.com/741/La-Villa-de-los-Papiros


Bibliografía

-      Coma Fort, J. Mª, “Violencia y sumisión de la mujer en las fuentes jurídicas romanas”, en Fuente, Mª J. y Morán, R., (eds.), Raíces profundas. La violencia contra las mujeres (Antigüedad y Edad Media), Madrid, 2011, pp. 93-123
-  Hobënreich, E., "Andróginas y monstruos. Mujeres que hablan en la antigua Roma", Veleia, 22(2005), pp. 173-182
-   Puig Rodríguez-Escalona, M., “Escritoras romanas en Plinio el Joven”, Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos, 13(1997), pp. 73-82

domingo, 9 de febrero de 2014

El pueblo que amaba a las mujeres

Hace algunas semanas una buena amiga, en relación al tema de las mujeres medievales como gobernantes, ya visto en este blog (http://mujerycoeducacion.blogspot.com.es/2014/01/las-chicas-son-guerreras.html), hacía referencia a la tradición que desde hace mucho tiempo se viene desarrollando en el pueblo segoviano de Zamarrala.
 Efectivamente, en este pueblo cercano a Segovia, desde hace siglos se viene practicando una curiosa tradición desde tiempos medievales, y que coincide con el día de Santa Águeda, el 5 de febrero. Como agradecimiento a una victoria contra los musulmanes en 1227 (que supuso la reconquista del Alcázar de Segovia, según la tradición),  el concejo del pueblo estableció que durante dos días las mujeres tomarían el mando del municipio. 
 La fiesta, que se celebra en pueblos de distintas comunidades (Baleares, Andalucía, Castilla-León, Castilla-La Mancha,...) se suele celebrar el día 5 de febrero, día de Santa Águeda. Esta santa fue martirizada con la extirpación de los pechos por los romanos por ser cristiana en el año 252 d. C. Quizá sea una mera casualidad, pero es reseñable que el Día Internacional contra el Cáncer sea el 4 de febrero.
Martirio de Santa Águeda (Sebastiano del Piombo, 1520)
La fiesta de las Águedas y la transgresión social momentánea que supone, me recuerda al fenómeno que suponían las fiestas de los Carnavales en época medieval y sobre todo desde el siglo XVI en adelante. Más allá del carácter lúdico que indudablemente tiene, el Carnaval es lo que historiador Peter Burke llamó "una válvula de escape". Para este autor, la crítica y la burla de las autoridades eran parte de los festejos, permitido por las élites para que las clases populares liberaran de algún modo su malestar ante los desajustes de un sistema de jerarquías sociales; esto era así porque las élites consideraban que, pasados unos días de desenfreno, todo volvería a la normalidad (como así ocurría).
 En este sentido, y volviendo a las Águedas, considero que esta fiesta no fue instaurada con ese fin, sino con agradecimiento a la labor de la mujer en un momento determinado (al menos en Zamarramala). Pero no deja de ser curioso que, en unas sociedades en las que la mujer tenía un rol considerado inferior al del hombre, durante un día estos papeles se subvirtieran. 
Quizá este tipo de fiestas enraizan con las antiguas Matronalias romanas que se celebraban a comienzos del año y celebraban antiguos ritos de fertiliidad.  Curiosamente, en este tipo de celebraciones, de marcado carácter religioso, los hombres tenían que dedicar oraciones a las mujeres, por ejemplo. A la vez, los esclavos eran liberados esos días de sus obligaciones y las mujeres les preparaban la comida (otra vez el cambio de papeles...)
 Y es que, en muchas ocasiones, hay que cambiar algo para que nadie cambie...

Os enlazo esta canción de Joan Manuel Serrat que refleja muy bien esta idea de la fiesta como alteración del orden social. Disfrutadla!!


¿Qué os ha parecido la entrada? Espero vuestros comentarios, un saludo!!

Webgrafía

http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.php?id=2237 Esta web recoge algunos ejemplos característicos de cómo se celebraba la fiesta de las Águedas en la actual provincia de Salamanca en el siglo XVIII