viernes, 31 de enero de 2014

La monja alférez

Hace unos días escribí una entrada en la que hablaba del papel que las mujeres pudieron tener en la Edad Media en su aspecto bélico (http://mujerycoeducacion.blogspot.com.es/2014/01/las-chicas-son-guerreras.html). Y cuando estaba escribiendo esa entrada siempre tenía en mente a nuestra protagonista de hoy, Catalina de Erauso, y pensé que este curioso personaje merecía unas líneas en mi blog. Y es que esta mujer, conocida popularmente como "la monja-alférez", fue uno de esos personajes pintorescos y a la vez desconocidos, que bien hubiera merecido ser la protagonista de una novela del Siglo de Oro.
 Nacida en San Sebastián de familia hidalga en 1585, Erauso fue internada en un convento de la ciudad a los 4 años. Tenemos que pensar que en la Edad Moderna, como en otras épocas, el destino de la mujer era casarse o ingresar en una institución religiosa; y es que en una familia en la que lo normal es que fueran varios los vástagos, el costear una boda (y la dote consiguiente) a todas las hijas podía salir bastante caro.
La cuestión es que según fue creciendo Catalina de Erauso descubrió que la vida contemplativa no era lo que ella quería, y a los quince años escapó del convento una fría noche de invierno, y se vistió y cortó el pelo como un hombre para que fuera más difícil encontrarla.
 Desde este momento, su vida se convirtió en un continuo viaje de ciudad en ciudad (Vitoria, Valladolid, Zarauz, San Sebastián, Bilbao, Sevilla, etc.), donde tuvo diversas aventuras trabajando para personajes relevantes de cada lugar, y cambiando constantemente de nombre para evitar que ningún familiar la reconociera (familiares que, si nos atenemos a su autobiografía, se encontraba a menudo en sus andanzas). En estos viajes empezó a tener problemas con la justicia, y pasó en la cárcel alguna temporada por altercados callejeros.
De Sevilla se embarcó hacia América, donde se estableció en Cartagena de Indias y pudo abrir su propio comercio. Pero, según se ve en su biografía, Catalina de Erauso tenía un fuerte temperamento y tuvo continuas riñas y problemas con el corregidor, y pasó temporadas encarcelada, y escapando.
 Un momento muy relevante en su vida fue cuando adquirió el nombre de Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán, y se enroló en el ejército. Participó en diversas campañas militares y alcanzó el rango de Alférez, pero las crónicas cuentan que debido a su crueldad no alcanzó rangos más elevados.
Tras su estancia americana, Erauso regresó a España donde incluso llegó a conocer en audiencia a Felipe IV; y posteriormente cumplió uno de sus mayores anhelos al poder viajar a Roma y conocer en persona al Papa Urbano VIII.
Los últimos años de su vida Catalina de Erauso los pasó en América, en la región de Veracruz, trabajando como transportista, y donde falleció en 1650.
 En definitiva, como se ha podido comprobar, Catalina de Erauso pudo llevar a cabo una vida completamente diferente al rol que se atribuía a las mujeres de su época, aunque para ello tuvo que hacerse pasar por un hombre durante mucho tiempo. Sin embargo, es relevante señalar que durante su primera estancia americana se descubrió que era una mujer y, aún así, mantuvo su rango militar por deseo de Felipe IV. Además sus aventuras circularon por toda Europa, lo que aumentó el interés de Urbano VIII por conocerla.
Retrato de Catalina de Erauso atribuido a Juan van der Hamen (s. XVII)
Me gustaría añadir un romance castellano del grupo Nuevo Mester de Juglaría que no recordaba y que ejemplifica de manera simpática la vida de una mujer que se hizo pasar por hombre. Espero que os guste!!





Bibliografía

- Erauso, Catalina de, Historia de la monja alférez, 1894. Recurso electrónico: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01305042011682948755802/index.htm

- Márquez de la Plata, Mª V., Mujeres de acción en el Siglo de Oro, Madrid, 2005

sábado, 25 de enero de 2014

La primera almirante española

Tradicionalmente, y como en tantos otros ámbitos, el tema de la exploración de nuevas tierras parece que siempre ha estado destinado para los hombres, y las mujeres quedaban en un segundo plano, esperando a que volvieran repletos de tesoros y hazañas que contar... si llegaban a regresar.
 Como caso concreto, voy a relataros la historia de Isabel Barreto, una mujer que "hizo las Américas" en el siglo XVI, y que está considerada hasta el momento como la primera y  única mujer almirante de la Historia de España.
 Isabel Barreto, según los estudiosos, nació en Pontevedra hacia 1567. Hija de una rancia familia hidalga gallega, parece que su formación fue la propia de una mujer renacentista: Aprendió a leer y escribir, y profundizó en el estudio del Latín. Probablemente su padre, que fue gobernador de las Indias portuguesas, poseyó libros de Cosmografía y Geografía que influyeron en el carácter aventurero de la joven Isabel.
Hacia 1585 los textos la sitúan en Lima como dama de la corte de Teresa de Castro, la esposa del virrey García Hurtado de Mendoza. Allí conoció al marino Álvaro de Mendaña, quien descubrió las islas Salomón en 1567, y buscaba financiación para nuevas expediciones al lugar para evangelizar a los indígenas, y explotar sus riquezas. Así, en 1586, Álvaro de Mendaña e Isabel de Barreto contrajeron matrimonio; algunos autores plantean la idea de que el enlace fue buscado por el explorador para obtener dinero de cara a nuevas expediciones.
Retrato de Álvaro de Mendaña (s. XVII)
Sea como fuere, en 1595 partió una segunda expedición a las islas Salomón,  y de este modo Isabel Barreto, que organizó el viaje, veía cumplidas sus ansias de ver mundo y tener aventuras. Junto a ella, un grupo de mujeres se embarcó junto a los marineros. En el transcurso de esta travesía la expedición descubrió las islas Marquesas de Mendoza (en honor de Diego Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete y virrey de Nueva Castilla) y las islas de Santa Cruz. A la vez, se encontraron con belicosos indígenas, escorbuto, malaria... y nada de oro o perlas soñadas, lo que cada vez enfurecía más a las tripulaciones de los barcos, que querían volver a Lima o encontrar las Salomón.Huelga decir que nunca llegaron a esas islas...
 El mismo año de 1595 Isabel Barreto fue nombrada por su marido gobernadora de las islas descubiertas, dada la grave enfermedad de aquél. Recordemos que Álvaro de Mendaña era Adelantado del rey, es decir, era un gobernador de territorios fronterizos (cargo creado en el siglo XIII por Alfonso X el Sabio).
Ese mismo año, a la muerte de su hermano Lorenzo Barreto, Isabel hereda el cargo de almirante o capitán general de la flota.
La vuelta a Perú, previo paso por las Filipinas, fue complicada pues Isabel era acusada por el capitán de uno de los navíos, Pedro Fernández de Quirós de, por ejemplo, guardar agua con el que lavaba sus vestidos mientras la tripulación moría de sed. No podemos saber la realidad de tales afirmaciones (la relación entre ambos, según los textos, fue bastante conflictiva durante todo el viaje), pero las crónicas hablan de numerosos conflictos entre Isabel Barreto y las tripulaciones del resto de barcos (cuatro en total) por las órdenes erráticas y la falta de previsión en las decisiones que tomaba como almirante.
Una vez en Filipinas, las crónicas de la época cuentan que Isabel Barreto se casó con Fernando Castro, hermano del gobernador de aquellas islas, y regresaron a España. Lo último que se sabe de la almirante es que pleiteó sin mucho éxito contra Quirós para sacar rédito de posibles expediciones futuras en las nuevas islas descubiertas por ella y su marido, considerando que eran de su propiedad.

Esta entrada se puede completar,de manera gráfica, con la exposición sobre exploraciones en el Pacífico que actualmente está abierta al público en la Casa de América de Madrid, y que hasta el día 2 de febrero tenemos oportunidad de disfrutar.



Datos de la exposición

http://www.casamerica.es/exposiciones/la-exploracion-del-pacifico-500-anos-de-historia

Literatura:
- Lapierre, Alexandra, Serás reina del mundo, Barcelona, 2013


Bibliografía:
- Bosch Barrett, M.,  Doña Isabel Barreto. Adelantada de las islas Salomón, Barcelona, 1943
- Elías de Zevallos, H., El entorno de Isabel Barreto Castro de Mendaña y su viaje hacia las islas Salomón, Lima, 1995
- Landín Carrasco, A., Islario español del Pacífico: Identificación de los descubrimientos en el Mar del Sur, Madrid, 1984
- Márquez de la Plata, V. Mª, Mujeres de acción en el Siglo de Oro, Madrid, 2006
- VV. AA., "La odisea de Isabel Barreto, Adelantada de las Islas Salomón y Almirante de la flota de Su Majestad Felipe II. Recurso electrónico:  http://blogs.ua.es/eltiempodelosmodernos/files/2009/02/la-odisea-de-isabel-de-barreto.pdf. Visto el 24 de enero de 2014

martes, 14 de enero de 2014

Las chicas son guerreras

Tradicionalmente, la Edad Media ha sido uno de los temas que más han llamado la atención a la gente aficionada a la Historia, y al alumnado que estudia esta disciplina. Sin entrar aquí en el tan manido tópico de "época oscura", siempre han llamado la atención las aldeas campesinas, los caballeros y los dragones, los castillos y los reyes y las princesas...
 ¿Princesas? Sí, bueno, es evidente que las reinas y las princesas tuvieron un rol importante a lo largo de la Edad Media (ver la entrada "la princesa que vino del Norte"). Pero para tener una visión completa de la mujer a lo largo de la Edad Media también hay que tener en cuenta que cultivaron la tierra, trabajaron en talleres (e incluso fueron propietarias en algunos casos), y llegaron a gobernar monasterios, entre otras cosas.
 Quizá sea interesante citar una leyenda abulense que refleja bien todo esto que estoy contando. Es cierto que las leyendas hay que tomarlas con cuidado porque no dejan de ser producto de la imaginación, pero creo que son otro instrumento más para ilustrar la Historia y, ¿por qué no?, conseguir atraer a todo tipo de público a esta preciosa disciplina.
 La leyenda que voy a relatar se ambienta en la Ávila del s. XII. Tras la conquista de Toledo en 1085, las gentes musulmanas situaron su radio de acción más allá del Tajo; pero no era nada extraño que sus ejércitos lanzaran algún ataque a poblaciones cristianas. Y en uno de estos ataques, los musulmanes pensaron que Ávila, con sus caballeros extramuros defendiendo la villa, sería fácil de tomar. Pero he aquí que Jimena Blázquez, esposa del alcalde, organizó la resistencia de la ciudad. ¿Cómo? Encendiendo antorchas a lo largo de la muralla para hacerla visible de noche, y vistiendo a las mujeres abulenses con ropajes guerreros y armamento, con el objetivo de hacer ruido y ahuyentar a las huestes musulmanas.
 Y así ocurrió, ya que las gentes de Mahoma pensaron que los los hombres abulenses defendían la ciudad, no atacaron y dieron media vuelta a territorios más seguros. Como premio al arrojo de las mujeres, la leyenda cuenta que desde entonces las mujeres tenían voz en las reuniones del concejo
¿Qué conseguimos con esta leyenda? Por un lado, atraer la atención del espectador/a; por otro, el relato permite mostrar la idea de que la mujer, en la sociedad medieval, tenía atribuciones fuera del hogar, especialmente cuando el hombre no podía atender sus obligaciones, por el motivo que fuese (generalmente por viajes largos, o en caso de fallecimiento).
En este caso, el papel de la mujer como guerrera, o al menos como jefa militar, cuando enviudaba (documentado está su papel como tenente o dueña de fortalezas, por ejemplo) , nos abre nuevas perspectivas de entendimiento del rol de la mujer en la Edad Media.
Escultura de Jimena Blázquez con las llaves de la ciudad de Ávila



Bibliografía:
- Nash, M., Las mujeres y las guerras: El papel de las mujeres en las guerras de la Edad Antigua a la Edad Contemporánea, Barcelona, 2003
Rivera Garretas, M., “Las infanzonas en Aragón durante la época de Jaime II. Aproximación a su estudio”, en Segura Graíño, C. y Muñoz Fernández, Á. (coords.), El trabajo de las mujeres en la Edad Media hispana, Madrid, 1988, pp. 43-48. Recurso electrónico: http://www.derechoaragones.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=600710
- Ubieto Arteta, A., “Aportación al estudio de la “tenencia” medieval: La mujer-“tenente”, Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, X(1975), pp. 47-61

Webgrafía:
http://muralladeavila.com/es/leyendas/jimena-blazquez-una-mujer-de-bandera

jueves, 9 de enero de 2014

Sobre pasteles y pinceles

La protagonista de esta entrada es Rosalba Carriera (1675-1757),  una pintora veneciana que no ha recibido la atención que su obra merece. Y es que el siglo XVIII, en cuanto a la pintura italiana se refiere, parece que tradicionalmente se ha conocido más por pinturas más llamativas, digamos, como las Apoteosis de Corrado Giaquinto (como la del Palacio Real de Madrid, por ejemplo), o las "vedutte" o vistas venecianas de Canaletto.
 Esta pintora, nacida en Venecia en 1675 en el seno de una familia de clase media de la época (un padre funcionario y una madre dedicada a los encajes) desde muy pronto mostró interés en los temas artísticos. De este modo, y teniendo como maestros a destacados pintores venecianos del momento como Giuseppe Diamantini y Antonio Balestra, Rosalba Carriera empezó a desarrollar su talento artístico.
 ¿Y cómo desarrolló su talento esta artista? Bien, en primer lugar, Carriera fue una pionera a la hora de trabajar el marfil en las miniaturas, y su velocidad de trazo en las pinturas (influencia de la pintura veneciana del momento) sobre este material supuso también una ruptura con el estilo académico predominante.
 Pero quizá su valor pictórico se encuentra en que estimuló la forma de pintar al pastel; este estilo, que se conocía desde el siglo XVI, tuvo un gran impulso gracias a Carriera en el siglo XVIII como técnica para pintar retratos. Esta técnica, además, se basaba en una pincelada fina y minuciosa hasta en los más pequeños detalles, y en unos retratos muy competentes.
En este ámbito de los retratos fue donde esta pintora obtuvo sus mayores éxitos, ya que fue retratista de artistas como Antoine Watteau, cardenales como Melchior de Polignac, e incluso reyes como Luis XV de Francia.
 Su pintura fue muy valorada en los círculos aristocráticos europeos, y también fue muy respetada en los entornos artísticos, e incluso llegó a pertenecer a diversas academias artísticas como las de Bolonia o París.
Más allá de su arte, poco sabemos de la vida de Rosalba Carriera. Persona cercana a diversas aristocracias y clases medias europeas (como hemos visto), tuvo muchas amistades pero nunca llegó a contraer matrimonio. Tendente a la depresión, según los testimonios de sus contemporáneos/as, los últimos años de su vida fue limitando su producción artística debido a cataratas en sus ojos, que la fueron dejando ciega (¿quizá por su trabajo en miniaturas?). Finalmente, falleció en su querida Venecia en 1757.
Autorretrato de Rosalba Carriera (1715)


Chica joven con un mono (aprox. 1721)

Retrato de Luis XV de Francia (aprox. 1712-1715)

Retrato del cardenal Melchior de Polignac (1732)

Retrato del pintor Antoine Watteau (1721)


miércoles, 1 de enero de 2014

La princesa que vino del Norte



La historia de Kristina de Noruega es una de esos tristes relatos que tanto gustaron a los historiadores del siglo XIX. Pasíones y melancolía, una bella y rubia princesa según las crónicas, un marido descuidado, la soledad en un entorno completamente desconocido...
 Sin embargo, por esos avatares de la vida, no fue hasta 1958 cuando se descubrió la momia de esta joven nórdica en la Colegiata de San Cosme y San Damián en la burgalesa localidad de Covarrubias, muy lejos de su lugar de nacimiento.
 Los estudios posteriores de las crónicas de la época nos han permitido saber que Kristina, hija del rey Haakon IV de Noruega, nació en 1234 en la pequeña ciudad de Bergen. También se cuenta que era una chica bella y culta (tenía conocimiento de varios idiomas) dentro de la modesta corte de aquel reino. a la edad de 23 años  fue objeto de intercambio entre este monarca y Alfonso X "el Sabio" de Castilla (1252-1284) para casarla con su hermano Felipe. El objetivo de este intercambio era, por un lado, obtener un aliado en la lucha de Alfonso X por coronarse emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico; por otro, Haakon IV buscaba un socio comercial en el reino castellano.
 De este modo, en el verano de 1257 Kristina embarcó en el puerto de Bergen hacia tierras del Sur, y tras pasar por los reinos de Inglaterra y Francia y la Corona de Aragón (aquí cuentan que Jaime II quedó prendado de su belleza), al fin llegó a Burgos en diciembre. 
 En marzo de 1258, al fin, Kristina de Noruega contrajo matrimonio con el infante Felipe en Valladolid, y desde allí se desplazaron a la residencia del infante en Sevilla, donde había sido arzobispo (los caminos del Señor en la Edad Media eran inescrutables, y más aún en las clases altas y sus intereses de poder).
 Desde aquí, la Historia cuenta que Kristina murió de pena en Sevilla, sola, en una corte extranjera y desatendida por el infante; tanto, que ni siquiera llegó a cumplir el deseo de la princesa de que se levantara una iglesia dedicada a San Olaf, deidad nórdica (tal deseo se cumplió a comienzos de este siglo).


En los últimos años, quizá porque lo que se menciona no desaparece, Kristina de Noruega sigue viva en la cultura medieval hispana gracias a la obra de algunos escritores y escritoras, tales como:

-Cristina Sánchez-Andrade, Los escarpines de Kristina de Noruega, Madrid, 2010
-Jesús Maeso de la Torre, La cúpula del mundo, Madrid, 2010
-Espido Freire, La flor del Norte, Madrid, 2011


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