domingo, 31 de agosto de 2014

La madre de una nueva dinastía

Hace algunas entradas comencé una serie de textos relacionados con el matrimonio a lo largo de la Historia,  y comencé con la antigua Roma (ver Hasta que los manes os separen).
 Hoy quiero hablar del matrimonio en la Edad Media, y más concretamente los enlaces entre miembros de las familias reales europeas. Como todo el mundo bien sabe, en los matrimonios de las monarquías medievales el amor generalmente no tenía cabida, sino que primaban los intereses económicos y la necesidad de estrechar lazos entre distintas familias reales europeas (ver La princesa que vino del Norte).En estas condiciones, los contrayentes no tenían ninguna opción de elegir; pero eran las mujeres las que generalmente tenían peores condiciones dado que normalmente tenían que desplazarse a la corte de su marido, a veces en un reino extranjero.
Por otra parte, en los matrimonios regios primaba la necesidad de que la futura pareja tuviera muchos hijos (sobre todo varones) para perpetuar la dinastía. Por lo tanto, si ya podemos ver que los matrimonios eran pactados, y que en algunas ocasiones el deseado heredero no llegaba (como fue este caso), las reinas eran desplazadas y hacían acto de presencia las amantes o concubinas.
 La protagonista de nuestra historia de hoy fue una de esas amantes. Leonor de Guzmán, de familia aristocrática, nació en Sevilla en 1310 y falleció en Talavera en 1351.  Hija del adelantado (gobernador en tierras fronterizas) de Andalucía Pedro Núñez de Guzmán y Juana Ponce de León, desde su nacimiento esta mujer de noble cuna conoció los entornos aristocráticos y la cercanía del rey; hay que tener en cuenta que en el siglo XIV Andalucía era un territorio fronterizo de luchas entre gentes cristianas y musulmanas, y el rey castellano Alfonso XI llevaba a cabo una labor activa de conquista y repoblación de distintos territorios de esa zona... Y para ello necesitaba a la nobleza como aliada...

Grabado francés del siglo XIX de una representación de la obra "La Favorita", de Donizetti

 Viuda desde muy joven, Leonor de Guzmán (apodada "La Favorita") fue concubina del rey castellano durante muchísimos años, tantos que llegaron a tener 13 hijos naturales. Es interesante señalar que Alfonso XI estaba casado con María de Portugal, pero la ausencia de un varón hasta época tardía (el heredero Pedro I nació en 1334, y los reyes se habían casado en 1328) la acabó relegando frente a la amante aristocrática que toda la Corte conocía y que adquirió mucho poder: Las donaciones que recibieron sus sucesivos hijos por parte del monarca le permitieron ejercer de señora feudal en Andalucía. 
Por otra parte, dada su posición privilegiada, pudo influir en la política interior (p. ej. situando a sus hermanos en puestos clave en Órdenes Militares) y exterior (intentando desestabilizar al Reino de Aragón); eso sí, siempre con la connivencia de cierto sector de la nobleza, y del monarca, por supuesto.
El final de Leonor de Guzmán fue bastante trágico ya que, a la muerte del rey castellano en 1350, el nuevo rey Pedro I y su madre María de Portugal le retiraron la posesión de todos los territorios y rentas que poseía. Falta de apoyos,"La Favorita" fue encarcelada en Sevilla y Talavera, terminó siendo ajusticiada en el verano de 1351.
  Hay que señalar que uno de los hijos de Leonor de Guzmán y Alfonso XI, Enrique, recibió de parte del rey el condado de Noreña, en la provincia de Asturias. Con el paso del tiempo Enrique se enfrentaría con su hermanastro Pedro I en una guerra civil (1367-1370) y le derrotaría, instituyendo en Castilla la nueva dinastía Trastámara.

Bibliografía

- García Fernández, M., "Doña Leonor de Guzmán y Andalucía: La repoblación del patrimonio señorial", Historia. Instituciones. Documentos, 20(1993), pp. 145-164

martes, 12 de agosto de 2014

La Dama del Nilo

Hace unas semanas tuve la ocasión de ver la película Astérix y Cleopatra, una producción francesa protagonizada por Christian Clavier (Astérix), Gerard Depardieu (Obélix) y Mónica Bellucci (Cleopatra), entre otros personajes. Aunque la película no es para cinéfilos (aunque cumple su función de entretener, en mi opinión), me llama la atención la imagen que se proyecta de la reina Cleopatra como una mujer caprichosa y sensual, que maneja a los hombres a su voluntad. Y,enlazando con esta idea, no podemos obviar a Elizabeth Taylor y su papel de Cleopatra, por supuesto.
  Pero, ¿realmente fue así? La verdad es que, como en tantos otros temas, el siglo XIX contribuyó mucho a fomentar la idea de Cleopatra como una mujer malvada y sensual que utilizaba a los hombres y que, víctima de sus pasiones, terminó por suicidarse con el veneno de una serpiente.

Cleopatra ensayando venenos en los condenados a muerte (Alexandre Cabanel, 1887)

Busto de Cleopatra VII (50-40 a. C., Museo Británico)

La verdad es que, seguramente, el mito de Cleopatra supera el papel que debió de tener esta reina en realidad, como en muchas ocasiones ha ocurrido a lo largo de la Historia. Lo que sí podemos saber es que esta reina egipcia nació en el año 69 a. C., hija del rey Ptolomeo XII y Cleopatra V. Fue educada en un ambiente culto donde aprendió latín, literatura, música, matemáticas, astronomía,... 
 A la edad de 18 años, en el año 51 a. C., Cleopatra fue coronada reina con el título de Cleopatra VII, y se casó con sus hermanos Ptolomeo XIII y Ptolomeo XIV, respectivamente. Durante los primeros años de reinado Cleopatra tuvo que hacer frente a levantamientos cortesanos en contra de su acercamiento a Roma (como el de su hermana Arsínoe, que terminó exiliada) y protestas populares debidas a la hambruna de los años 50-49 a. C. Desde los comienzos de su reinado, Cleopatra siguió la política prorromana de su padre.
 En este contexto, la reina egipcia busca el apoyo de César y la relación entre ellos fue mucho más estrecha e íntima; de hecho, César pasaba temporadas en Egipto y Cleopatra también viajó a Roma. Parece que fruto de estar relación nació Cesarión en el año 47 a. C., aunque nunca se pudo confirmar que fuera hijo de César (aunque la profesora Rivero menciona que César sí reconoció a ese niño). Además, la estancia del gobernador romano en Egipto le permitió introducir en el país aspectos de la  cultura romana como el calendario juliano o una recaudación de impuestos más racional, por ejemplo.
 En el año 44 a. C., a la muerte de César, Cleopatra tuvo que volver a Egipto desde Roma, y asesinó a Ptolomeo XIV, que suponía una amenaza para su hijo Cesarión (futuro Ptolomeo XV). Marco Antonio se acercó a Cleopatra buscando apoyos frente a Octavio (41 a. C.), y la reina a la vez buscaba apoyo para su hijo Cesarión como sucesor.  Fruto de esta relación terminaron casándose y  nacieron tres hijos, dos de ellos gemelos (Cleopatra Selene II y Alexandro Helios), y otro que recibió el nombre de Ptolomeo Filadelfo. Además, Cleopatra recibió como cesión los territorios de Chipre, Fenicia y Creta.
 Las disputas políticas de Octavio y Marco Antonio desembocaron en la batalla de Actium o Accio del año 31 a. C., donde Cleopatra intervino con una flota. Sin embargo, la reina abandonó la batalla y Marco Antonio terminó siendo derrotado por Octavio, quien el año 30 a. C. entró fácilmente en Alejandría. El romano, engañado por un informe de la falsa muerte de Cleopatra, terminó por suicidarse. En este sentido, es interesante la idea de que la tradición ha difundido la idea de la reina envenenada por una serpiente; y es que no podemos olvidar que la iconografía de la dama con una serpiente se asocia a Isis, principal divinidad femenina egipcia de la que ya hemos hablado anteriormente (ver Hasta que los manes os separen)
 Cleopatra terminó suicidándose para evitar verse como esclava en las calles de Roma, y sus hijos sufrieron suertes diversas, bien muertos o bien educados como ciudadanos romanos.
 Por lo tanto, Cleopatra se convirtió en la última reina de un Egipto independiente, que a partir del año 30 a. C. pasó a ser provincia romana. Más allá de la imagen de reina sensual que se nos ha transmitido, en Cleopatra hemos de ver a una reina inteligente, con gran capacidad de estrategia y acercamiento a Roma para poder mantenerse en el poder y legitimar a su hijo Cesarión; pero a la vez, también fue utilizada por las autoridades romanas en el difícil periodo tardorrepublicano donde, además de las luchas de poder internas, Roma estaba expandiéndose hacia territorios del Mediterráneo oriental y Oriente Medio.

Cleopatra VII y su hijo Cesarión (templo de Hathor, Dendera)


Bibliografía

-Arroyo de la Fuente, Mª A., “Cleopatra VII Filópator y la legitimación del poder ptolemaico”, Eikón/Imago, 4(2013/2), pp. 69-106 
-Chauveau, M., Cleopatra. Más allá del mito, Madrid, 2000
-Rivero, P., “La política exterior de Cleopatra VII Filópator”, recurso electrónico: http://www.unizar.es/departamentos/didacticalchs/rivero/cleopatra.pdf, pp. 1-15. Visitada la última vez el 11 de agosto de 2014
- También hay que destacar que Cleopatra ha sido objeto de temática en multitud de novelas históricas ambientadas en la época egipcia, como las obras de Christian Jacq o Terenci Moix, por ejemplo

viernes, 1 de agosto de 2014

La confidente del rey

No es la primera vez que en este blog hablamos de monjas en la España de los Austrias (ver La monja alférez), y probablemente no será la última. Ya hemos mencionado varias veces que, cuando el matrimonio no era posible (bien por falta de candidatos, bien por viudez, por ejemplo), la entrada en un monasterio era una opción bastante habitual para las mujeres de las épocas medieval y moderna. Es más, en algunos casos incluso era una opción de libertad de las propias mujeres, que preferían recibir entrar en la Iglesia antes que casarse con quien no querían. De este modo, podían desarrollar una faceta de desarrollo de la personalidad y del intelecto que de otra forma quedaría coartada.
 En la Edad Moderna hispana (ss. XVI-XVIII) las monjas tuvieron una gran importancia dentro de la sociedad de la época por varias razones. En primer lugar, porque aquéllas que venían de familias más adineradas ejercieron de mecenas para la fundación de monasterios. Por ejemplo, el convento de las Descalzas Reales de Madrid fue fundado por la infanta Juana de Austria, hija de Carlos V y hermana de Felipe II.
 Otra faceta en la que destacaron estas mujeres de la Iglesia fue en su labor literaria, orientada en muchos casos hacia la expresión de la fe católica predominante en ese momento. La literatura mística, que expresaba de algún modo la unión de la persona con Dios, fue un estilo muy destacado en el llamado Siglo de Oro español, a la vez fue cuestionado en algunas ocasiones por la Inquisición. Y es que la idea de que Dios se relacionara directamente con la persona, sin intermediarios, se acercaba peligrosamente a ideas heterodoxas como las luteranas...
 Es en este ambiente donde nace nuestra protagonista de hoy, María Coronel y Arana, más conocida como Sor María de Ágreda, Sor María de Jesús de Ágreda. Esta mujer nación en Ágreda (Soria) en 1602, hija de una familia hidalga de origen vizcaíno. Parece que tuvo una infancia difícil y enfermiza, muy influida por la rectitud moral y religiosa de sus padres. A los doce años sus padres decidieron convertir su casa soriana en un convento; la madre de María y la propia niña entraron como monjas, mientras su padre y dos hijos varones entraron en religión a través de la orden franciscana en un monasterio cercano.

Convento de la Concepción de Ágreda

 De la etapa de Sor María de Ágreda en el convento hay que destacar los éxtasis (o uniones místicas con Dios) que experimentaba, lo que le llevó incluso a un proceso inquisitorial en 1649-1650. Probablemente también influyeron las bilocaciones que estaba monja decía vivir, de tal manera que manifestaba poder estar a la vez en el convento de Ágreda y en tierras de Nuevo México y Texas, en los EEUU; por último, parece que eran famosas las penitencias y castigos corporales que se infligía. De este fervor místico y espiritual hay que destacar la obra "Mística Ciudad de Dios" (1670).
 Por otra parte, su papel como confidente del rey Felipe IV durante 22 años también es digno de señalar, ya que a través de las cartas que se han conservado parece que ambos hablaban no sólo de las cuestiones espirituales que preocupaban al rey (consideraba que sus pecados eran la raíz de los males del reino hispano), sino también de cuestiones políticas. Y es que hay que señalar que las fechas de estas cartas se datan entre 1640 y 1665, una época convulsa para la Monarquía Hispanica debido a los levantamientos en Cataluña y Portugal, las guerras con Francia y Flandes, la caída en desgracia del Conde-Duque de Olivares...
 Las cartas, para los historiadores/as son el reflejo de una ideología política de defensa del catolicismo en España y de búsqueda de la paz cristiana en toda Europa. Además, las cartas reflejan la preocupación de Felipe IV por cuestiones espirituales, ya que el recto comportamiento del rey, como intermediario de Dios y los hombres y mujeres,  supone la salvación de los súbditos/as.
 Sor María de Jesús de Ágreda, por lo tanto, supone un referente más del misticismo femenino de España y Latinoamérica como lo fueron Sor Juana Inés de la Cruz, Sor Francisca Josefa de la Concepción del Castillo y la misma Santa Teresa de Jesús.

Retrato de Sor María de Jesús de Ágreda


Bibliografía

- Os recomiendo la lectura de la novela "La Dama Azul" (recomendada en este blog), de Javier Sierra (Círculo de Lectores, Barcelona, 2000), que trata sobre el supuesto don de la bilocación (poder sobrenatural que permite estar en dos sitios al mismo tiempo) de Sor María de Jesús de Ágreda.
 Ferrús Antón, B., “Mayor gloria de Dios es que lo sea una mujer… Sor María de Jesús de Ágreda y Sor Francisca Josefa de la Concepción del Castillo (Sobre la escritura conventual en los siglos XVI y XVII)”Revista de Literatura, vol. LXX, 139(enero-junio 2008), pp. 31-46
López Cordón, Mª V., “Sor María de Ágreda”, La Aventura de la Historia, 42(abril 2002), pp. 56-60
- María de Jesús de Ágreda, Correspondencia con Felipe IV. Religión y razón de Estado, Madrid, 1991 
- Vilahomat, J., “Sor María de Jesús Ágreda: La autoridad de la fe”, Lemir, 8(2004), pp. 1-17